viernes, 29 de noviembre de 2013

Introspección



Más allá de las palabras que suelo esperar cada día está el deseo vehemente de encontrarte, saber que en cualquier momento podrías entrar, cada señal me dice que puedes ser tú. Pero la impaciencia carcome las ansias y no queda nada, tan solo la espera de no verte llegar. Calcinada en el hastío de mi soledad me doy cuenta que nunca llegarás.

Tan solo es la fantasía, claros de luna en la oscuridad, señales fortuitas de un faro que no guía a ningún puerto, una insoluble posibilidad en la existencia liquida o una esencia vacía que llena los días y los meses… mientras llora el sauce, se desgarra mi alma y a cantaron se vuelca mi vida, el viento sopla nefasta desolación, cada gota cae sobre la espesura de la eternidad.

El recuerdo inmoviliza las horas mientras me restriego en las ansias, como gato, como animal domesticado ante su amo, te configuro en un altar. Relámpagos de viento me elevan a la cresta de la ola más alta… soy espuma, me desases entren azules profundos, intensos y majestuosos. ¡Me doy cuenta que eres el mar! .enigmático, indescifrable, incuestionable… no lo puedo negar.

Me suaviza el aleteo de las olas y el recuerdo de tus brazos incandescentes rodean la víspera, palabras indelebles en la memoria me dejan anclada en el abismo, insondable y etéreo, porque cada grano de arena es tierra prometida ¿A dónde pertenezco? si tengo alas y sigo sumergida en el agonía… ya no puedo volar… porque mi alma es espuma ceñida al inmenso mar.

Guadalupe Cevallos.
Ilustración: Marisol Cosmes Guzmán, “Octopoda”, 2012.

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